Reflexiones de una clase de ética

Hay días que me levanto con el pie derecho y otros con el pie izquierdo. La verdad, no se que prefiero.
En cambio, hay otros días que parece que no me levanto con ningún pie. De esos que estás horas mirando al reloj, que miras alrededor, analizas las caras de las personas que te rodean, sus gestos y sus miradas. Vuelvo a mirar al reloj y solo han pasado cinco minutos. Parece que a los demás no les importa, es más, parece que incluso les agrada no tener nada que hacer. Cronos inventó el tiempo de una manera equivocada, ¿no puede pasar el tiempo cuando nosotros queramos?..¿No podemos hacer que pase solo cuando creamos que es conveniente? A los pocos segundos, el profesor de ética, un señor que vive como nadie una ciencia que los humanos parecemos haber inventado, sigue viviendo su asignatura como un niño con un juguete nuevo.
Así que tras sopesar mis opciones, me dispongo a mirar por la ventana. Y entonces veo el sol. Un sol resplandeciente pero tímido. A penas unas hojas cuelgan ahora de los árboles. Al final del paisaje se ve una ladera verde, y me transporto a los días de verano. Esos en los que te levantas, y aunque no hay nada que hacer, sabes que tienes un montón de cosas por delante. Pasear, correr, nadar, disfrutar...simplemente disfrutar. Y lo piensas, y lo vives, y lo recuerdas, y eso si que es un verdadero sol, tórrido, enérgico, espléndido. Y entonces lo entiendo todo… Nosotros somos los que manejamos el tiempo.

En fin, ¿HAY ALGO QUE LA IMAGINACIÓN NO PUEDA CONTROLAR?