Me paso los días tratando de pensar y descifrar por qué me siento así. Creo que confundo verbos, ¿no será que soy así para siempre? En el fondo una envidia me corroe por dentro. Me las doy de independiente y solitario, pero se que no es así. A mi alrededor las cosas están empezando a cuajar, empezando a despegar. Todo menos lo mío, claro. A menudo me pregunto por qué me gusta ser raro, por qué me gusta diferenciarme de los demás; y solo encuentro dos sentidos: el primero, porque realmente lo soy (bastante probable) y el segundo...en fin, este es más algo práctico. Creo que me gusta ser diferente y solitario porque así puedo decir que yo he elegido ser lo que soy. Y a veces me desconcierta pensar que puede que me equivoque en ésto último.
No podría haberlo dicho mejor, es el miedo entre lo que soy y lo que quiero ser lo que me paraliza, lo que me asusta. Poco a poco creas a tu alrededor un mundo del que cuando despiertes de golpe, cuando te levantes sobresaltado de esa "realidad" que has creado, sadrás escopeteado a un mundo de verdad que asusta. Es como pasar del Paraíso al desierto. Bueno, lo del Paraíso exagerando claro, que nada es un camino de rosas. Pues ahí me encuentro yo, en el paso de algo tremendo y gigante, apasionante y espeluznante a la vez. La vida le llaman.
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